“La reparación no es el fin, sino el camino hacia una sociedad más justa”: 255 víctimas en el Valle reciben un nuevo comienzo.

La Unidad para las Víctimas reafirmó su compromiso con la reparación integral en el suroccidente del país al entregar 513 cartas de indemnización por un valor que supera los $4.435 millones a 255 personas afectadas por el conflicto armado en el Valle del Cauca.
La jornada, realizada en las instalaciones de la Fundación Centro Colombiano de Estudios Profesionales (Cecep) en Cali, benefició a víctimas provenientes de Jamundí, Palmira, Pradera, La Cumbre y Vijes, quienes recibieron esta medida como parte del proceso de reparación contemplado en la Ley 1448 de 2011.
🎙️ “Reconocer y dignificar el dolor contribuye a sentar las bases de otro futuro”, afirmó Andrés Sandoval, subdirector nacional de Registro de la entidad.
La jornada no solo entregó una ayuda económica, sino que acercó a los beneficiarios a la oferta institucional del SNARIV, incluyendo programas de emprendimiento, educación, vivienda y salud. Muchas personas destinarán estos recursos para reconstruir sus vidas mediante proyectos sostenibles o formación profesional.
RESULTADOS REGIONALES
Durante los meses de junio y julio de 2025, la Unidad entregó en el Valle del Cauca un total de 3.928 cartas de indemnización, con una inversión que supera los $32.160 millones. Esto representa uno de los avances más significativos del año en términos de atención a víctimas.
Estas acciones hacen parte de la estrategia “Del escritorio al territorio”, que busca agilizar trámites y garantizar una atención más cercana a las comunidades. Este modelo ha fortalecido el diálogo con las Mesas de Participación de Víctimas y autoridades locales, promoviendo una gestión más efectiva.
CONTEXTO Y REFLEXIÓN
La reparación económica es una herramienta poderosa de transformación social, pero no actúa por sí sola. Para las víctimas, este acto representa un paso hacia la justicia, la dignidad y la reconstrucción de un proyecto de vida interrumpido por la violencia.
Cada carta entregada es también un símbolo de resistencia, y la jornada en Cali fue una expresión tangible del compromiso del Estado por cerrar heridas históricas y construir paz desde los territorios.